“Siempre he tenido que lidiar con él, estoy acostumbrado y en lugar de que sea un obstáculo trato de usarlo a mi favor” dice sobre su condición de indocumentado Miguel Aguilar, futbolista mexicano que desde hace un año es el primer inmigrante indocumentado que se convirtió en deportista profesional en Estados Unidos.
Miguel, quien actualmente tiene 22 años de edad, es jugador del DC United, equipo de futbol perteneciente a la Major League Soccer (MLS), que es la liga de futbol profesional de Estados Unidos. Su actual condición de deportista profesional siendo un inmigrante indocumentado, provoca que Miguel atraiga la miradas de la comunidad inmigrante, quien lo ve como una prueba de que el “sueño americano” existe.
Miguel Aguilar nació en 1993 en Ciudad Juárez, México, entidad que ha sido y es azotada por una ola de violencia, producto de conflictos entre cárteles de la droga. “Al principio solo estaba preocupado por jugar futbol e ir a la escuela, pero a medida que fui creciendo empecé a notar las cosas que estaban sucediendo a mi alrededor”, rememora el joven futbolista.
Uno de sus tíos, comenta, se encontraba en malos pasos, por lo que él y su familia sufrieron varios momentos de violencia que por poco terminan en tragedia, hasta que llegaron al punto de considerar huir de aquél lugar. “Tenemos que salir de aquí”, fue la conclusión a la que llegó su madre.
El día en que cumplió 11 años, Miguel, en compañía de su hermano, emprendió un viaje de 1,200 millas en la camioneta de su abuelo, quien llevó a los pequeños a Sacramento, California, donde se reunieron con su madre y su hermana, quienes hicieron el viaje en avión.
A pesar de la violencia y peligros que vivió en Ciudad Juárez, Miguel recuerda con nostalgia su lugar de origen. “Creo que nunca voy a olvidar cómo fue crecer en esos campos detrás de mi casa. Ahí es donde comenzó mi amor por el deporte “, dice y recuerda que “literalmente vivía en la frontera; podía caminar hacia el río que divide México y Estados Unidos”. El joven mexicano podía ver la que sería su nación adoptiva desde los precarios campos donde jugaba futbol; pero no tenía idea de que su futuro estaba en aquél país.
Ya instalados en California, él y su familia estaban a salvo de la violencia y los crímenes, sin embargo ahora, como inmigrantes indocumentados, la sombra de la deportación se cernía sobre ellos. Miguel no hablaba inglés, por lo que tuvo problemas para adaptarse a su nuevo entorno, aunque a él le preocupaba otra cosa: no encontrar un equipo para jugar futbol.
Tras un año en su nuevo hogar, un compañero de escuela le pidió a Miguel que se uniera a un equipo entrenado por su padre. A los 15 años de edad, Miguel hizo pruebas para entrar a un equipo local que era dirigido por Tibor Pelle, un ex seleccionador sub-20 del combinado estadounidense, quien se fijó en él y se convirtió en una parte fundamental en su vida, no solo futbolística, sino personal.
Miguel se pasaba casi todo el día solo en casa, pues su familia trabajaba para cubrir los gastos, por lo que Tibor fue más que un entrenador para él. “Cambió mi vida con seguridad. Desde el momento en que fui a jugar para él, no hacía más que ayudarme” narra el joven.
Gracias a su empeño y la ayuda de Tibor, Miguel consiguió una beca en la Universidad de San Francisco, donde estudió la carrera de finanzas y en la que destacó como jugador del equipo de la escuela.
A mediados de 2013, Miguel calificó para la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Gracias a ello, en 2014, fue seleccionado por el Portland Timbers de la Liga de Desarrollo de la MLS sub-23. Ese mismo año llegó a la máxima categoria del futbol estadounidense al ser seleccionado en el Draft por el DC United. “Fue uno de los días más felices de mi vida. Es difícil de describir”, cuenta el joven, quien ese día se convirtió en el primer indocumentado en lograr ser deportista profesional en Estados Unidos.
“Siento que he recorrido un largo camino, pero siento como si tuviera aún más por seguir. Ha sido un largo viaje con un montón de obstáculos, pero siempre he tenido a la gente adecuada en mi vida para ayudarme a llegar a donde estoy ahora”, comenta y dice orgulloso que “no cambiaría nada, a pesar de todas las luchas. Yo lo haría todo de nuevo”.
Fuente: The Guardian