Durante los años recientes, las autoridades migratorias de Estados Unidos han sido testigos de un fenómeno que nunca antes habían visto: el tráfico de inmigrantes provenientes de Centroamérica rebasó al registrado por inmigrantes mexicanos.
Principalmente se trata de inmigrantes provenientes del denominado ‘Triángulo del Norte’, el cual está conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras; de donde viajan olas de indocumentados (un importante número de ellos son niños sin compañía) que buscan pedir refugio o asilo político en Estados Unidos, pero: ¿De qué huyen y a qué le temen? Un reciente reporte del Center for American Progress lo explica puntualmente.
En pocas palabras, la razón principal es la violencia, sin embargo no debe tomarse a la ligera, pues se está hablando de violencia con letras mayúsculas. El crimen organizado es un problema realmente serio en estos países centroamericanos, mismo que no ha hecho más que intensificarse con el paso del tiempo.
De acuerdo con InSight Crime -citado en el reporte del Center for American Progress– El Salvador, Honduras y Guatemala estaban entre los cinco países más peligrosos del hemisferio occidental en 2015. En estas naciones, las pandillas (conocidas como maras) prácticamente deciden la vida de muchas personas, sobre todo en comunidades de escasos recursos económicos.
En el año 2012, el Departamento de Estado de Estados Unidos calculó que existían cerca de 85 mil miembros de bandas criminales esparcidos en toda la región del Triángulo del Norte, con el mayor número de ellos ubicados en Guatemala.
Dentro de las cortes de inmigración estadounidenses se ha vuelto cada vez más común escuchar historias de inmigrantes, de todas las edades, que huyen de sus lugares de origen porque estos son controlados por pandillas, quienes se dedican al asesinato, extorsiones, secuestros y violaciones, entre otros delitos.
En 2015, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), reportó que las mujeres que habían huido de algún país del Triángulo Norte describieron haber sido víctimas de alguno o varios de estos delitos.
El efecto que ha provocado este nivel extremo de violencia es aumentar la cifra de personas que huyen de la región, ya no solo hacia Estados Unidos, sino a países vecinos. Datos recopilados por el ACNUR muestran que el número de inmigrantes provenientes del Triángulo del Norte que solicitan asilo en Belice, Costa Rica, México, Nicaragua y Panamá aumentó un escandaloso 1,179% de 2008 a 2014, mientras que las solicitudes de asilo aumentaron en un 370% para Estados Unidos durante el mismo periodo de tiempo.
El informe, redactado en conjunto con los países inmiscuidos, afirma que hasta un 9% de la población total de cada uno de estos países “ha emigrado en los últimos años”.
Tomando en cuenta los alarmantes niveles de violencia que se vive en El Salvador, Guatemala y Honduras, el Center for American Progress apunta que Estados Unidos debe trabajar en conjunto con estos países y el ACNUR para encontrar un enfoque que aborde las causas de la emigración; proporcionar oportunidades para las personas a solicitar y hacer reclamos justos y completos para la protección, y tener procedimientos adecuados para aquellos que llegan a la frontera en busca de asilo.
Puedes consultar el reporte haciendo click aquí.
Fuente: Center for American Progress