El pasado 21 de septiembre, el gobierno estadounidense alertó sobre un “repunte sorprendente” en el número de niños indocumentados no acompañados y familias de inmigrantes que ingresaron a Estados Unidos a través de la frontera sur durante el mes de agosto.
La patrulla fronteriza en Estados Unidos se percató de esta misma alza en el arribo de niños inmigrantes con cifras concretas en el mes de agosto: 5 mil 148 menores. Repunte que el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, calificó de “inexplicable”.
Pero para los encargados de las casas de los inmigrantes el incremento sí tiene una explicación, una lógica directamente relacionada con la inseguridad: “Las madres tienen miedo de que las pandillas se lleven a sus hijos y prefieren emigrar”, dice Carlos Bartolo, director del albergue Casa Hogar de la Misericordia en Arriaga, Chiapas.
Justamente en agosto pasado, El Salvador vivió el fin de semana que la prensa llamó “el más violento del siglo” con 220 asesinatos para sumar 3 mil 600 muertes en lo que va del año por enfrentamientos entre pandillas y las autoridades. La Suprema Corte de Justicia de El Salvador declaró recientemente algunas actividades de las pandillas como “terroristas” y la inseguridad se ha ido por las nubes, advierte el analista guatemalteco Juan Ramón Medrano.
Por otra parte, en Guatemala “la inseguridad está robando la seguridad y el presupuesto”, dice la internacionalista Rinna Mussali. Motivos por los que el único camino que queda para muchas familias es emigrar a Estados Unidos.
Hace semanas que las casas de los inmigrantes observan cambios en el comportamiento entre los migrantes centroamericanos, cuyos flujos habían disminuido durante 2015 frente al Operativo Frontera Sur enfocado a contener indocumentados desde la crisis que llevó hasta Estados Unidos a 68 mil niños el año pasado.
Por este precedente, a Bartolo le llamó la atención ver otra vez el incremento de madres centroamericanas que viajaban con sus hijos. “Ya no se arriesgaban a venir con niños y ahora están viniendo otra vez, de Guatemala, de Honduras y hay un repunte de salvadoreños con niños. Parecen desesperados”.
Fuente: La Opinión