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Acceso Latino

El Instituto Nacional de Educación para los Adultos puso en marcha un programa para apoyar a los deportados

Su inglés es perfecto, como el de cualquier nativo estadounidense. Pero su español, el que aprendieron sin reglas de la boca de sus padres o abuelos, ¡es un desastre! y así lo reconocen en esta clase que se imparte en las oficinas de la organización civil New Comienzos que busca integrar a México a miles de jóvenes repatriados de Estados Unidos.

Ahí está Cristopher Rafael Mejía Sanchez, de 27 años, quien llegó a México hace dos años, el mismo tiempo que tardó en revalidar sus estudios de secundaria y preparatoria entre buches amargos. Y así lo cuenta.

Cristopher Rafael Mejía quiere mejorar su epsañol para estudiar una carrera universitaria.

En esta clase especial, los asistentes pueden decir “Xicotencalt”, “Tiatro”, “Esperimento”; ignorar cómo son los sonidos nasales de las “M” y “N”; omitir letras porque no saben cómo se escriben, como “Tortia” (Tortilla); confundir las “ll” y las “y”, “b” con “v”, “g” con “j”; no identificar acentos o pronunciar las “e” como “i” y … nadie se ríe ni tiene problemas!

El ambiente de “clase” es muy relajado. Alumnos y profesora son muy participativos, abiertos a hablar, preguntar y aprender. Entre ellos interactúan y van tomando confianza al darse cuenta que el resto tiene las mismas dudas, que presentan los mismos problemas del lenguaje.

“La situación de los repatriados es variada, pero normalmente quienes hablan perfecto español lo escriben mal o hay quienes medio hablan o medio escriben”, describe Laura Munguía, terapeuta del lenguaje y fundadora del programa “BocHablo“, quien es la profesora del curso.

La metodología de BocHablo se trabaja hace 15 años desde otros programas de educación para los adultos con el libro “OrtografiColor” para volver interactivos a los participantes con audios, pizarras y juegos para todos los niveles. La frase “¿Cómo se escribe ZPAAGNOLL?“, se usa para atraer a los repatriados para tomar el curso.

“Para la escritura, los errores de los deportados más comunes son las palabras que terminan con “cion” o “cer”, “cir”; el sonido “gu”. También hay algunos que tienen dislexia; voltean las letras: la “d” en lugar de “b”, la “m” como “w” o la “n” en vez de “u”.

Diana de la Garza, una activista voluntaria de New Comienzos originaria de Los Ángeles, confiesa que se interesó en el español de manera formal cuando consiguió un trabajo aquí y nadie hacía el esfuerzo por hablarle en inglés. “Me he sentido pequeñita e ignorante”, dice.

“Es muy dificil aprender español porque la gramatica y estructura son totalmente diferentes, cambian los sonidos y son más letras. Espero que en seis meses o un año ya pueda dominar el idioma”.

Actualmente INEA cuenta con 11 puntos de alfabetización a lo largo de la frontera del país, además de el ubicado en la CDMX con el propósito de ayudar a los deportados con el dominio del español.

Esta opción de volver al español entre otros cómo él le da muchas esperanzas a Chistopher Rafael para hacer una carrera en administración de empresas porque a EEUU sólo le gustaría regresar un día para ver a sus padres, a su hija, a la esposa que dejó allá. “El futuro, por otro lado, ya lo veo aquí”.

Fuente: La Opinión.

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