Tú también fuiste adolescente y debes recordar que hay cambios físicos y psicológicos que pueden causar descontrol y desconfianza. Es un período muy padre, pero también puede ser complicado. Los adolescentes empiezan a experimentar emociones y deseos que no habían sentido antes.
La ansiedad sexual hace su aparición y viene acompañada de culpa ante estos nuevos deseos, también surgen sentimientos de menosprecio, de vulnerabilidad y dudas sobre ellos mismos. Por ello, como padres de familia, es trascendental que siempre estemos disponibles para ayudar a nuestras hijas e hijos.
Compartir con ellos lo que vivimos y nuestras experiencias podrían ayudarles a que su camino por esta fase sea más fácil y llevadero.
Un aspecto primordial es que desde la infancia inculquemos en los pequeños actitudes adecuadas, valores y autoconfianza. Para que cuando lleguen a la adolescencia tengan las herramientas necesarias y estén mejor preparados para hacerles frente a los cambios en su vida.
Es común que los adolescentes tengan una sensación de inferioridad respecto a sus compañeros de escuela, amigos o familiares. Para ayudarlos con ello, debemos hacerles sentir que no están solos, que cada persona tiene diferentes cualidades formas de sentir distintas.
Animar a nuestros hijos es tarea de todos los días, tener una comunicación constante, que expresen sus sentimientos y que aquello que les molesta de ellos mismos lo platiquen, que no se lo guarden.
El crecer es un proceso lleno de aventuras y emociones. Los cambios en el cuerpo de los adolescentes son controlados por un pequeño órgano localizado en el centro del cerebro, la pituitaria y es la encargada de controlar la actividad de otras glándulas y regular determinadas funciones del cuerpo, como el desarrollo o la actividad sexual.
Es una época que no se repite, solo pasa una vez y qué mejor que vivirla plenamente.
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