El 23 de junio llegó el momento que estaban esperando millones de inmigrantes indocumentados: el fallo de la Corte Suprema sobre la situación de los alivios migratorios DACA plus y DAPA. Sin embargo la respuesta fue un empate 4-4, con el que parecen sepultarse las esperanzas de la comunidad migrante.
Cifras oficiales apuntan a que cerca de 5 millones de personas se verían beneficiadas con la aprobación del paquete de alivios migratorios propuestos por Barack Obama en noviembre de 2014, una de ellas es la madre de Luba Cortés, una joven dreamer amparada por el DACA de 2012 y actualmente una organizadora juvenil de Se Hace Camino Nueva York, una organización que defiende los derechos de los inmigrantes.
En un enternecedor testimonio, Luba comparte el sacrificio que ha tenido que hacer su madre para brindarle a ella y a su hermana menor una mejor vida en Estados Unidos. “Uno de mis primeros recuerdos de la ciudad de Nueva York es estar refregando inodoros al lado de mi madre. Ella trabajaba limpiando las casas de familias ricas y, como no podía pagar una niñera, solía llevarme con ella”, narra la joven dreamer.
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En su testimonio, Luba comenta que ella y su madre llegaron a Estados Unidos en octubre de 1999, provenientes de Puebla, México, lugar donde su mamá ejercía como abogada. Pero al llegar a Nueva York, cambió las leyes por productos de limpieza que dañaban su salud. “Sus empleos requerían usar productos que quemaban su piel y nublaban su vista. Sus rodillas tienen cicatrices por todos los años que ha pasado fregando pisos”, detalla.
Gracias al sacrificio de su madre, Luba logró ser amparada por el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), aprobado en 2012 por el presidente Obama. “Gracias al programa de arribos durante la niñez, tengo un permiso de trabajo y un buen empleo. Pero mi madre sigue limpiando casas, todavía es indocumentada y aún es criminalizada por un gobierno que sigue deportando a los miembros más débiles de nuestra comunidad”, expone la joven dreamer.
“A mi madre y a muchas otras como ella las dejan al margen de las conversaciones sobre la reforma migratoria. Cuando la gente habla sobre quién ‘merece’ tener una vía hacia la ciudadanía, le gusta referirse a los jóvenes que llegaron a este país como niños y, por lo tanto, no merecen un castigo por ello”, opina Luba sobre el debate que se vive en Estados Unidos.
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La joven activista dreamer concluye su testimonio de forma categórica, al denunciar “si yo no merezco un castigo, mi madre tampoco. Porque ella me trajo aquí, donde tuve la oportunidad de ir a la escuela, de echar raíces y forjar amistades, aun cuando mi niñez fue muy diferente de la de muchos, pues pasaba los días en hogares de extraños ayudando a mi mamá a doblar y limpiar”.
El caso de Luba lo comparten miles, quizá millones de dreamers en Estados Unidos, quienes, con la decisión de la Corte Suprema, han visto cómo la oportunidad de dejar de vivir sin temor se desvanece. “Debemos seguir luchando para vivir sin miedo en este lugar que llamamos hogar”, enfatiza la joven y agrega que “en momentos como este, de tristeza y derrota, pienso en la noche en que cruzamos la frontera. Mientras corríamos me caí y, por un momento, miré el cielo nocturno, temerosa de que me dejaran atrás. Mi mamá estaba ahí; estuvo ahí todo el tiempo: me levantó y comenzamos a correr de nuevo”.
Fuente: The New York Times