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Acceso Latino

Reciben a deportados con los brazos abiertos en México

Después de sufrir malos tratos, detenciones y ser deportados, cientos de connacionales son recibidos en la Capital con comida y orientación social.

Cada martes y jueves, hombres y mujeres mexicanos son enviados desde Estados Unidos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y de ahí trasladados a las principales terminales camioneras.

A la entrada de las centrales camioneras del Norte, Sur y de Oriente, personal con chalecos rosas pertenecientes a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) los esperan durante horas.

En tanto los migrantes lo permiten, los trabajadores de la Sedesol se acercan a ellos, platican y les ofrecen comida, llamadas telefónicas a Estados Unidos y México, así como un sitio donde asearse o descansar.

“Llegan con temor porque han estado tiempo en la cárcel, porque han estado mucho tiempo fuera de su País y tenemos que hacer que se sientan bien que se sientan libres en su País”, dijo Alejandro Tinoco, coordinador del programa de atención a migrantes.

Desde el 20 de febrero y tras el endurecimiento de las políticas del gobierno estadounidense se han recibido al menos 1100 deportados.

De esa cifra, de acuerdo con los datos de la Sedesol, ninguno de los atendidos se ha quedado en la Ciudad de México.

En cambio, la mayoría ha viajado a estados del norte como Sinaloa, Sonora, al centro como Michoacán y Aguascalientes o bien a las entidades sureñas.

Los motivos más recurrentes por los que la policía estadounidense detiene a los mexicanos es por una multa de tránsito, revisiones al azar en las calles o conflictos legales familiares.

“Ellos llegan con una mano adelante y una mano atrás, con una vida de años dejada en otro País”, señala Tinoco.

Entre los migrantes es una constante pensar en regresar a Estados Unidos, sobre todo si en esas tierras dejaron a familiares cercanos como esposas o hijos.

Esa es la idea que tienen y de la que están conscientes del riesgo que corren si vuelven.

Pero algunos consideran que el riesgo vale la pena por el bienestar de sus hijos.

Un repatriado, quien pidió el anonimato, dijo que él se arriesgó aún sabiendo que podían detenerlo, cuando fue a denunciar a la madre de sus hijos por maltrato.

Aunque esa situación derivó en su detención y posterior regreso, dice que lo volvería a hacer sin pensarlo por el bienestar de su hija, de nacionalidad estadounidense.

También por ella, es que en unos meses, después de visitar a sus padres, intentará por todos los medios posibles volver al país del norte.

Fuente: La Raza.

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