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Acceso Latino

“El río me llegaba hasta el cuello”

Su infancia transcurrió en Independencia, Puebla con sus seis hermanas y un hermano; cuando su padre murió, su madre decidió que debía mudarse a la Ciudad de México para seguir sus estudios. Al terminar la secundaria, decidió que necesitaba cambiar el rumbo y pidió ayuda a sus hermanos Rosa y Julio para encaminarse a Estados Unidos.

Jaime Lucero fue testigo de la celebración de un 15 de septiembre en 1975 desde los dos lados del muro. Esa experiencia para él fue aterradora. Mientras dejaba la tierra donde había vivido por 18 años, cruzaba la frontera para cumplir su sueño americano:

“El río te llega hasta el cuello y cada paso que das no sabes si serás arrastrado y te lleve la corriente”, confiesa en entrevista con EL UNIVERSAL.

Dos días después de instalarse en Queens, Nueva York, con su hermano Julio, consiguió empleo de lavaplatos en un restaurante donde trabajaba hasta 14 horas diarias por 110 dólares semanales. Allí, como otros inmigrantes, fue blanco de burlas por no saber inglés. A diario, pedía a sus compañeros que le leyeran tres páginas del libro “¡Viven!” uno de los bestsellers de la época sobre los sobrevivientes de un choque de avión en los Andes, que en su tiempo libre estudiaba.

Con la inquietud de preservar las raíces de su cultura, él y un grupo de paisanos forman Club Azteca en 1978 y después de reunirse en lugares de música tradicional mexicana se hacen de un nicho en el segundo piso de un inmueble de la calle 106 en Queens donde tomaban clases de inglés impartidas por un puertorriqueño: “lo veíamos como un palacio, porque lo habíamos reparado nosotros”. Con el flujo de gente que entraba y salía, la policía investigó el inmueble y encontraron desperfectos en las instalaciones, por lo que obligaron a los cerca de 30 integrantes, a cerrar sus puertas.

A la par, Lucero sube de rango en el restaurante e incluso estudia para ser perforista IBM, (técnico que elaboraba tarjetas para ingresar información) con lo que le ofrecen un aumento de sueldo. Pero no era suficiente para él, tras seis años de trabajo pide que le vendan uno de los camiones a plazos que manejaba y conoce el negocio de comisionista. En el 86, gracias a una amnistía durante el gobierno de Ronald Reagan obtiene su ciudadanía, con lo que puede encaminar a pasos agigantados su empresa, la importadora de textiles Gold & Silver, con la que emplea actualmente a 350 personas.

¿Por qué apoya a los inmigrantes?

“Entendí el mensaje el camino junto con ellos, allí me puso el destino, yo creo en Dios, son mis hermanos y hermanas, usted no va a dejar a sus hermanos y hermanas, mis hermanos son todos los migrantes. El camino tan difícil y peligroso. Todo mundo los rechaza”.

Tras la ruptura forzada de Club Azteca, su grupo se sigue reuniendo en distintos puntos en Nueva York, New Jersey y en Connecticut. Así encamina en 1999 a un nuevo proyecto, el más fuerte y significativo: Casa Puebla, llamada así por la añoranza del estado que los vio nacer en una metrópoli ajena y por el cobijo que da como federación a 78 organizaciones cívicas que aparecen en cuya misión es clara, si un inmigrante -sin descartar nacionalidad- está en apuros, se le tiende la mano con asesoría para vivienda, trabajo, deporte, salud y derechos.

Desde su posición de liderazgo y con su empresa que le permite aportar fondos a las organizaciones, identifica un problema que aqueja no sólo a connacionales, sino a los latinos en general: la deserción escolar por la ausencia de papeles. “Somos indocumentados, los nuestros no pueden seguir estudiando”

Lucero ideó el festival 5 de mayo donde invitó a la CUNY, The City University of New York, el sistema urbano más grande de Estados Unidos, con 25 universidades del área metropolitana, que abarca Manhattan, Bronx, Queens, Staten Island y Brooklyn donde estudian más de 500 mil personas. Allí, con ese mar de familias, le dijo a los representantes de la CUNY:

“Todos estos jovencitos que van creciendo van a necesitar una univesidad y ellos quedaron impresionados. Porque cuando los ves juntos, ya te pone a pensar.”

“La educación como vehículo para alcanzar poder político y económico, que es lo que necesitamos para progresar”, piensa. Así marcó un hito con la alianza con el CUNY, The City University of New York, el sistema más grande de universidades en Nueva York con la que miles de estudiantes sin papeles terminan sus carreras sin la amenaza de ser deportados. Prueba de su legado, es el honor que recibió por parte de la CUNY en septiembre de 2014, al bautizar como él al Instituto para Estudios Mexicanos.

En 2015, recibió de manos de la canciller Claudia Ruiz Massieu el reconocimiento Othli, que significa “ camino” en náhuatl, por sus aportes a los mexicanos desde Estados Unidos. Lucero recuerda que cuando fue consejero para el Instituto de Mexicanos en el Exterior (IME) en el 2000 lanzó una propuesta respecto a las becas estudiantiles:

“Yo les dije, si el gobierno pone una cantidad, yo la igualo”.

Fuente: El UNIVERSAL.

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