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Acceso Latino

Estudiante de origen mexicano logra calificación casi perfecta, sin saber inglés

Pareciera que el destino del joven Omar Ramírez es triunfar en la vida haciendo las cosas de la forma contraria a la que las realizan la mayorías de las personas. Él no llegó a Estados Unidos, se fue, y no aprendió inglés para poder estudiar, primero logró entrar a una universidad y después tuvo que hablarlo.

Desde que era un infante, Omar tuvo su primera experiencia “contraria” a lo establecido. Aunque lo común es que los menores inmigrantes viajen acompañados de sus padres en busca del “seueño americano”, en el caso de Omar fue al revés.

Sus padres lo concibieron en Torrance, una ciudad del condado de Los Angeles, en California, por lo que es ciudadano estadounidense por nacimiento. Sin embargo, siendo aún un bebé, sus papás decidieron regresar a México, en busca de las oportunidades que no consiguieron encontrar en Estados Unidos.

Omar vivió la mayor parte de su hasta ahora corta vida en México, por lo que no aprendió inglés. A pesar de ello un día decidió volver por su cuenta a Estados Unidos y lograr lo que sus padres no pudieron: cumplir su sueño.

Pensé que iba a ser fácil, que iba a ser un sueño muy bonito y cuando llegué me di cuenta que era difícil”, narra el joven, quien llegó al país dominando una sola palabra en inglés: “Hello”.

La primera frase que aprendí fue ‘No hablo inglés’”, relata Omar. “El hecho de que no podía comunicarme con la gente se me hacía humillante, quería decir algo y no podía”, explica.

Omar se instaló con un tío, quien lo inscribió en el décimo grado en una secundaria de Palmdale, California, donde inició el reto de retomar sus estudios en una lengua que no dominaba. No pudo hacerlo.

Al siguiente ciclo escolar ingresó a la secundaria Santee, en el Sur Centro de Los Angeles, donde hay una gran cantidad de alumnos hispanos. Pero eso no lo detuvo a seguir practicando el inglés. “Yo me enfoqué en sobresalir a pesar de las circunstancias. Cuando tenemos desventajas es cuando aprovechas las ventajas”, señala.

A pesar de sufrir por no entender lo que decían sus profesores y compañeros, Omar logró algo que, en teoría, sonaría imposible para alguien que no conoce el idioma: alcanzó una calificación casi perfecta de 3.9 (la perfección es el 4.0) para ser aceptado en la Universidad Estatal de California en Long Beach, donde planea estudiar diseño gráfico.

Omar es tan sólo uno de los 800 mil jóvenes estadounidenses que han crecido en un país ajeno ya sea por la deportación, la falta de empleo y otras circunstancias que forzaron a que sus padres volvieran a su país de origen. Se trata de una generación de “repatriados” que difícilmente vuelve a conectarse con su tierra natal.

Lo único que nos queda dar es el 120 por ciento porque no sólo tenemos que aprender el idioma, sino otra cultura y hacer relaciones con otra gente. Mi consejo para los que vienen llegando es que no se rindan, que sean persistentes y que vean los sueños como metas”, subraya Omar.

 

Fuente: La Opinión

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