fbpx

Acceso Latino

Han transcurrido algunos años desde que el abogado Roman Zelichenko dejó de trabajar en las leyes de inmigración para hacer una carrera en finanzas, y aún más tiempo desde que trabajó toda una noche.

Pero después de que la nueva administración de Estados Unidos emitió su decreto sobre inmigración, Zelichenko pasó 21 horas seguidas en el que se convirtió en uno de los centros de asesoría en leyes de inmigración más observados de la nación: un restaurante del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, donde abogados voluntarios, traductores y otros trataban de encontrar y liberar a personas detenidas bajo las nuevas reglas.

Alertado por amigos de la escuela de Derecho, Zelichenko se unió a la iniciativa porque se identifica en lo personal: él migró de Ucrania siendo un niño.

“Todos nosotros tenemos conexiones personales diferentes”, dijo el lunes mientras trabajaba. Pero “estamos aquí como profesionales, y nuestra agenda es defender el imperio de la ley”.

Mientras repercutía en todo el mundo el decreto presidencial emitido el viernes, decenas de abogados llegaron al aeropuerto JFK para interceder por personas que quedaron repentinamente en un limbo jurídico que, según los abogados, es injusto e ilegal.

El presidente de EEUU suspendió temporalmente el ingreso a Estados Unidos de refugiados. Durante el fin de semana, algunos viajeros fueron detenidos para interrogatorio, se extendió la confusión a través del sistema de viajes aéreos y manifestantes marcharon contra la medida.

En el aeropuerto JFK, donde los abogados ayudaron a conseguir la noche del sábado el primero de los fallos, el trabajo ininterrumpido inició con abogados tecleando en computadoras portátiles sobre el piso. Ahora se sientan en un área con mesas de cafetería, y estudiantes de Derecho trabajan duramente junto a litigantes experimentados.

Los voluntarios reciben en teléfonos celulares llamadas telefónicas hechas a una línea de atención y hay carteles en varios idiomas ofreciendo ayuda.

Más de 650 abogados son voluntarios en el proyecto, el cual, sienten los participantes, ha enorgullecido a su profesión.

“Pienso que los abogados tienen mala reputación, y en ocasiones es merecida. Pero la mayoría de nosotros vamos a la escuela de Derecho para ayudar a la gente”, dijo Melissa Trent, abogada especializada en derechos civiles que abandonó una sesión de capacitación para pasar 24 horas en el aeropuerto durante el fin de semana.

“Nosotros creemos en este país, en las leyes y la Constitución (…) y cuando vemos desafiados esos valores, nosotros actuamos”, agregó.

Skip to content